José D. Paladino Jaunsolo (“PALA” para nosotros), nació el 11 de agosto de 1923 y falleció con 94 años de edad el 27 de agosto de 2017.
Lo conocí en el año 1959, cuando ingrese por primera vez en al Instituto de Ortopedia y Traumatología como practicante interno. Él era el jefe de clínica de la Especialidad en el primer piso con el Dr. Heber Cagnoli. En ese momento el Instituto contaba con todos los médicos que lo habían creado con el Prof. Bado a la cabeza y acompañado por los Dres. Vazquez Rolfi, Cagnoli, Garcia Novales y Guglielmone. A mi todavía me faltaban varios exámenes para terminar la carrera, pero ya había decidido seguir con la especialidad.

Comenzó entonces mi relación con Paladino, primero como maestro y discípulo. A partir de ahí y con el paso del tiempo nació la relación de amistad que se fue consolidando y permaneciendo hasta su partida definitiva. Mucho podríamos hablar de lo vivido en casi 60 años de relación, pero voy a referirme brevemente a dos aspectos de su vida. En primer lugar, y teniendo en cuenta el ámbito en que nos encontramos, a su vida profesional.

Ya estaba culminando su formación en la especialidad y demostraba su capacidad intelectual en su desempeño. Por supuesto que yo trataba de aprovechar al máximo lo que le me podía enseñar. Yo siempre digo a los jóvenes que se han dedicado a esta especialidad que tuve la suerte de ver la evolución de ella con el transcurso de los años, y pasar de la época de las maniobras de reducción y yeso hasta lo que es ahora con la cirugía aplicada. Paladino vivió lo mismo con nosotros y aquí creo que esta uno de los meritos mas grandes como médico. Permanentemente se estaba actualizando, y con su gran humildad, reconocía las virtudes que otros tenían en la adquisición de conocimientos y en especial en la aplicación de los nuevos conceptos y técnicas de tratamiento. Y de ellos y con ellos se perfeccionaba él, observando y preguntando. Así fue hasta el día de su retiro.

Recuerdo ahora, y con alegría, las horas que pasamos juntos, en especial en las salas de operaciones, empleando las diversas técnicas que fueron apareciendo. Al principio con las primeras osteosíntesis que comenzó con Masliah y  luego mejoraron con Alberto Fernández y la AO. También lo que le enseño y me enseño Antonio Ferrari en las prótesis de cadera.

Para terminar con esta parte de profesional, debo destacar un hecho, a mi criterio fundamental en el desempeño de nuestra profesión, que es el relacionamiento y trato con el paciente. Siempre con la misma tranquilidad, nunca demostraba apuro para atender al enfermo, y así trasmitía seguridad en lo que decía y hacia. Y les cuento una anécdota familiar. Una ti amia se atendió con el en el Circulo Católico y después cuando lo mencionaba no decía Doctor, le decía San Paladino.

La otra faceta que quiero destacar de Pala, como lo llamamos todos, es su carácter como ser humano.

Formo su familia junto a Ventura Rivero Torres y sus seis hijos, Familia que supo acompañarlo hasta su último día. Primero cuando quedo sin su esposa después de más de 50 años; y en especial durante sus últimos años cuando progresivamente perdió gran parte de la visión.

Su manera de ser fue un ejemplo para todos los que gozamos de su amistad, y también de todos los que lo conocieron y alguna vez lo trataron. A pesar de tener carácter firme, y hasta a veces fuerte, nunca se le vio levantando el tono de vos ante circunstancias que podrían ameritarlo.

Fue una persona sumamente solidaria con la sociedad sin demostrarlo. Nosotros que convivimos muchos años con su familia, fuimos el brazo ejecutor de sus actos de solidaridad infinidad de veces, porque no quería mostrarse. Cuando quería ayudar a alguien o a alguna institución con entregas de dinero nos pedia que lo hiciéramos nosotros anónimamente.

Solo me queda agradecer a Dios, y muy especialmente a su familia, la amistad que hemos compartido en esta ya larga existencia.

Muchas gracias Paladino por todo lo que nos diste.